jueves, 24 de junio de 2010

No era una medicina, era el Leviatán




Leviatán es una palabra que en principio me llevó a pensar en el nombre de un medicamento. Lo asocié con unas gotas para el dolor de estómago. Luego con unas pastillas para la disfunción eréctil. Pero no, estaba equivocada. Viaje en la web de volver al futuro, y llegue a los tiempos bíblicos. El Génesis dice que Dios lo creo, y agrega que fueron dos, uno femenino y otro masculino, que Dios mató a la hembra, la saló y se la ofreció en alimento a los justos, porque si el Leviatán se procreara el mundo no podría más que someterse ante él.

Llegue al siglo XVII y encontré que Leviatán —del latín Leviathan, y éste del hebreo Liwyatan, enorme monstruo acuático descrito en el libro de Job, y que ha sido considerado un demonio o enemigo de las almas-, también es un tratado de filosofía política escrito por Thomas Hobbes, 1681: El Estado asimilado a la gran bestia bíblica. Los hombres en su “estado de naturaleza” son egoístas, envueltos en una lucha de todos contra todos y en un permanente estado de inseguridad. La solución: el hombre debe renunciar voluntariamente a su libertad personal y cederla a un soberano poderoso y absoluto. Y enseguida lo personifique en Esteban de Jesús, y pensé: este debe ser el libro de cabecera de Esteban Dido, no lo puedo asegurar, pero como el país va contracorriente; quién sabe.


Ahora, qué tiene que ver la criatura maligna con la red de redes, como lo relaciona Jean François-Fogel en “Veinte apuntes sobre ciber-Leviatán”. El periodista francés dice que “Internet le ha dado otra vida”. “Hoy, podemos imaginar a un soberano cuyo cuerpo no es la suma de los hombres sino la red formidable de las pantallas conectadas. Cada internauta haría funcionar una parte del cuerpo del soberano en una nueva democracia regida por un ciber- Leviatán”.

¿Es realmente Internet un Leviatán?, de alguna manera. Si miramos desde la perspectiva de Thomas Hobbes, Internet se ha convertido en un soberano, en un monarca que controla las acciones del hombre y que a su vez es controlado por éste: la suma de todos los internautas dan vida a este “monstro”, como si se tratasen de las células, órganos, venas y demás partes de su cuerpo. Le da forma y sentido.

Internet ha creado nuevas formas de ver, de percibir el mundo; ha desarrollado otras maneras de comunicarse, en las que no queda totalmente claro quién es la fuente, quién es el emisor, cuál es el medio. Internet es en sí una maraña de informaciones que utiliza distintas herramientas para atrapar a “pobres incautos”, y los maravilla con imágenes, videos, escritos, interactividades, y demás.

Posee la fuerza necesaria para controlar y formar al individuo, es por tanto una “herramienta” que muchos hombres y gobiernos han pretendido controlar, no lo han logrado, pero no desmayan en el intento.

En la red está todo. Y como dicen por allí: “O estás aquí, o no estás”. Toda la información que manipulamos en el día a día está en esa infinita red que no tiene límites, en la que todo cabe. Internet la distribuye, la difunde, la moldea. Y bien se ha dicho que el conocimiento es poder, quien controle este Leviatán dominará el planeta. Impone un “régimen dictatorial”: revisamos sus páginas, los Twitter, los blogs, los buscadores, los messengers, el Facebook y demás sitios. Así que, la Internet nos somete a una dictadura de la que tampoco nos quejamos, pues la pasamos bien cada vez que nos sumergimos en ese mundo.

Ahora, ¿por qué digo que de alguna manera Internet es un Leviatán? El Leviatán es un monstruo, representa el mal, el caos, y la web es una de las tantas cosas que ha creado el hombre, en ella no está el ser malo o bueno, la maldad y la bondad sólo están en el ser humano; un bisturí en manos de un delincuente puede significar muerte, en manos de un médico puede representar vida. Internet tiene el sentido que le demos con el uso, y nada más.

Un amigo ingeniero afirma que ya no se puede hablar de una sola red, pues gracias a los avances de la tecnología, cada individuo en sí es una red. ¿Será verdad?

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